7.22.2010

aquí se cuentan cuentos

Ayer regresaba del Museo...

Cerré la puerta de la casa tras de mí “pum”, la gata me pasó corriendo entre los pies mientras me quitaba los zapatos uno por uno y dejaba mi rastro por la sala. Me dirigía hacia el baño a lavarme las manos después de venir colgada en otra una emocionante aventura survivor en la ruta 30b. Abrí la puerta y para mi sorpresa las camisas de mi hermano colgadas en el tubo de la cortina del baño.

O mi hermano había trasladado su closet al baño o una vez más la lluvia lo había forzado a que sus camisas terminaran de secarse dentro del mismo...

¡Pobre nosotros los del proletariado! pensé, la capacidad adquisitiva no nos da para una de esas secadoras eléctricas...De repente, sentí compasión por mi hermano oliendo a ropa mal secada, sentí compasión por su novia, ¡pobre muchacha lo ha de querer!

Me sequé las manos y cerré.

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