8.23.2010

Friends don´t let true friends suffer, alone

Nos conocimos en Bachillerato. Ella se llama Cindy como muchas otras en esta ciudad, la diferencia es que ella es una de mis mejores amigas. No sólo nos gustaba la misma música, también los mismos zapatos, la misma ropa, cocinar juntas, vender brownies y chocochips hechos por nosotras en los recreos. Nos daba weba hablar de “chicos”, criticar a otras personas y andar oyendo o compartiendo chambres o chismes. Ambas participamos en Miss simpatía, nos gustaba imponer moda en el cole y cada vez que se podía nos íbamos de compras; teniamos carteras, zapatos y ropa de los mismos colores. Estábamos en plena adolescencia, Qué más le podíamos pedir a la vida.

Nos graduamos en el 2003, ella no quiso estudiar y entró a trabajar de aeromoza; a mi mis papás me prohibieron trabajar de “eso” por lo que entré a estudiar antropología a la tecnológica y a trabajar en un call center. A los seis meses ella ya no trabajaba en TACA y yo ya no estudiaba; ella entró a estudiar y yo me quede sólo trabajando. Nuestros horarios no coincidían, aunque la línea del teléfono siempre sirvió de ambos lados; a diferencia de los años del cole, nuestras pláticas ya no eran tan seguidas como antes. Entonces algo sucedió.

Cuando nos volvimos a ver algo había cambiado. Ella ya no se maquillaba, había cambiado los zapatos de tacón y plataforma por un par de all stars, se pintó las uñas y el pelo de negro, ahora oía una música extraña para mi gusto y su tema de conversación principal eran los hombres. Un día nos encontramos sentadas en un café sin qué hablar; cada quien había tomado rumbos distintos, nuestras vidas habían comenzado a ir en líneas paralelas. A partir de entonces nos perdimos la pista por temporadas.

Al año y medio de haber iniciado la Universidad se salió, le fastidió la carrera, las clases y los profesores, ah y además se había enamorado y por primera vez estaba decidida a comenzar una vida con alguien. Recuerdo ese día que llamó:

-Hola me voy con él a los Estados  no sé cuando regreso, si nos va bien nos quedamos allá. Siempre fuiste mi mejor amiga no quiero llorar, no sé si me voy equivocar por el momento solo puedo pensar en aquella canción Runaway train de Soul Asylum, ora por mi please.

Colgamos. Fue una tarde triste no sabía en qué momento nos habíamos hecho grandes. Tuve miedo de lo que le podía pasar. Oré, me calmé. Vivieron algunos meses allá, algunos otros en Canada pero se vieron forzados a regresar. Cuando vino regresó enferma y pesando 103 libras, 35 menos con las que se fue y con una extraña enfermedad que la tuvieron que operar. Desde entonces nos dejamos de ver menos de lo que soliamos y nuestras platicas eran cortas y superficiales a excepción de las veces que me llamaba llorando porque había pelado con él o porque se había regresado a la casa de sus padres. Así ha sido hasta ahora.

Ayer, eran las 8 de la noche sonó mi celular. Era ella; no recuerdo cuando fue la última vez que nos llamamos, nos saludamos, me dijo que estaba viviendo con sus papás por unos días y además que quería hablar conmigo, sabía de qué se trataba. Con los años he aprendido que no importan cuantas veces el mismo amigo(a) me busque por el mismo problema, no necesita que le aconseje sino sólo que le escuche una vez más. Yo estaba dispuesta. Quedamos en almorzar.

Tiene casi 5 años de estar con su pareja, tienen alrededor de 4 años de vivir juntos y tienen alrededor del mismo tiempo de vivir en una historia de altibajos, separaciones, heridas , llantos y reconciliaciones. Me preparaba para volver a oírla triste y esconder entre palabras de indiferencia lo mal que la está pasando. Ella dice estar muy confundida, su confusión radica en que ella cree que Dios la ha puesto en el camino de él para hacer que él cambie, que sea mejor persona y que se acerque a Dios, Error 1. Ella cree que de esa forma va lograr que él cambié 27 años de su vida, Error 2. Ella dice que a pesar de su sacrificio no ve cambio y por eso está pidiendole a Dios una señal para que le diga si continuar o no con él, Error 3.

Yo sabía que ella necesitaba, venia en busca de algo más que la oyera. Entre palabras tímidas me dijo que quería saber qué pensaba al respecto. A diferencia de los últimos años que la he oído por las mismas razones, esta vez no tenía mucho que decir, a decir verdad no tenía nada que decir, yo misma me encuentro pasando por un período difícil en mi vida.  Me quede callada, baje la mirada buscando si quedaban resto de mi dona de chocolate,  le di el último sorbo a mi bebida. Ella no tenía prisa porque respondiera, sabía que estaba buscando las palabras y en el fondo se estaba preparando para lo que iba decir. Yo, sabía que de lo que dijera y cómo lo dijera dependería que ella lo recibiera. Suspiré y las palabras salieron de mi boca.

- 1 Ninguna persona puede hacer cambiar a otra. Ese amor romántico en el que la mujer con su amor y perseverancia hace cambiar a su hombre, es la mentira más barata y charlatana que las novelas, los cuentos, y la sociedad no has hecho comprar.

- 2 Por más que te esforcés y sufras por él para que cambié no vas a lograr que cambie 27 años de su vida. Cuando una persona quiere y decide cambiar lo hace por eso porque quiere y no necesita de alguien para hacerlo, la mayor parte de veces que cambiamos es porque nace de nosotros mismo para nosotros mismos. Además para un hombre es tan cómodo ser como es y dejar que su novia, esposa o mujer se las arregle e ingenie con cómo es él, y es cómodo porque ella debe carga con ello y él no necesita cambiar.

-Por último y más importante yo no voy a ser quien te diga qué hacer, ni si Dios te ha dicho que si o que no lo dejés  De lo único que tengo certeza es que Jamás va ser la voluntad de Dios llevarte o ponerte en una situación donde tu dignidad salga dañada, Dios no actúa de esa manera. Que tu límite para decidir qué hacer en cuanto a seguir o terminar con él sea qué evalues qué tanto aporta a tu dignidad y autoestima esta relación o qué tanto la destruye y probablemente ahí vas encontrar la respuesta que estás buscando de Dios.

Lagrimas corrieron por sus mejías, no pudo más que darme la razón. Pasaron algunos segundos, aunque no los conté, el silencio habló con sus propias palabras. Yo más allá de sentirme orgullosa por lo que había dicho sentí mi corazón romperse al verle llorar.  Respiró, Se limpió las lagrimas y sonrió, me dio las gracias, y reímos como en bachillerato –sin razón alguna. Dijimos alguna cosa tonta para romper el momento y volvimos a reír.  Nos levantamos, fuimos por una minuta y aunque platicamos de otras cosas triviales, no podía dejar de pensar cuanto la apreciaba y cuanto de verdad quisiera no verle sufrir, pensaba en lo destructivas que son las relaciones co-dependientes y en la magnitud del daño que nos llegan a ocasionar. 

Aunque a esta hora probablemente se encuentre de regreso con él, mi esperanza y mi confianza es que en Jesús hay salida y ella lo sabe. A esta hora mi oración es que ella medite en su corazón y decida buscar ayuda antes que sigan pasando los años. 
                                                                              

3 comentarios:

Adolfo Napoleón dijo...

JUE!!! tu caso me recuerda al de mi hermana, perdio a sus tres mejores amigas... y cabal.. las tres por irse a los Estados Unidos, una de ellas ya proximamente va a ser madre, asi que amiga no eres la unica.

Ester dijo...

gracias Adolfo... siempre es bueno saber que hay alguien del otro lado que lee y se identifica
saludos, :)

♦PªU♦ dijo...

Mantener una amistad es bien dificil, aunque suene raro, ya que en el cole las vidas son siempre iguales, pero cuando se crece todo cambia, y es ahí donde entran y salen personas de nuestra vida, unas nos llenarán y otras nos vaciarán. Y lo bonito de las amistades de verdad es que no importa cuanto tiempo tengan sin hablar, o si ahora son personas totalmente distintas, cuando hay problemas sabemos que podemos contar con ellas. Orá por tu amiga, es lo único que vos podes hacer, y que Diosito se encargue del resto.

Besos